Como le temen al diminuto pié
en las trochas de la historia,
como temen tu nombre,
les hace ampollas en la lengua,
les despelleja el miedo a tus pasos presentes.
Tan cómodos estaban
cuando eras solo un busto sin manos,
un mito de bronce,
un santo inalcanzable,
un cuadro clásico.
Tus pasos los aturde,
desvían los ojos para no verte,
si pudieran,
borrarían tu nombre
o mejor,
lo regresarían a los altares,
al olimpo de muertos,
para que te creamos tan lejano,
tan fuera de la humanidad,
tan imposible.
Pero reaccionaron tarde,
un labrador de boina roja
te sembró para siempre
en el campo fértil del Pueblo insurgente,
desobediente,
en perpetua rebelión.
Tranquilo Simón.
que descuelguen todos tus cuadros
de todos los palacios,
nunca quisiste estar allí,
ya tienes,
árbol fuerte,
tu chinchorro sencillo,
en el sencillo corazón de la calle.
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