martes, 31 de marzo de 2015

Acera de un medio día cualquiera

Marchan sin marcha marcial
en un desfile de tumulto y desorden sincronizado,
buscando su destino por GPS,
cada uno encerrado en su torre portátil,
solos en la muchedumbre.


Un desespero indomable los amarra,
los amordaza,
y su moneda es el grito y el paso acelerado,
como la sangre que recorre sus venas,
hirviente caldo de vida no vivida.

Las manadas de hierro
arrasan como tsunami,
auyan los coyotes de uniforme.

La poca paz que queda dentro de sus ojos,
depende de un tomacorriente abandonado,
de donde conectar la ventanita de su mundo.

Cuanta falta hace un niño y su correlina inocente,
en esta acera de medio día y ciudad domesticadora.

miércoles, 25 de marzo de 2015

Ciudad de mis entrañas.

Hay una urbe que me camina por dentro,
congestionada,
con sus motorizados sobre el rayado
y peatones cruzando por donde no deben,
con semáforos en perenne amarillo,
donde el ruido viste la calle y el grito es moneda corriente.

Hay una ciudad dentro de mi,
atiborrada de habitantes,
con un metro sobrepoblado,
donde viajan ideas que entran y salen.

Hay una megalópolis dentro de mi,
expandiéndose como tiña por los valles de la vida,
con sus normas incumplidas
y sus costumbres meridianas.

Telúrica, volcánica, caribe,
de sol clandestino que mira por las ventanas de cristal ahumado,
de mesitas de media tarde
llena de poesías borrachas.

En una esquina verde,
en un milímetro de cuadra,
hay una fuente de tres rostros,
mi paz y desasosiego.

Intento llegar a ella
cuando agoniza el tiempo,
para vivir un día más.

A veces no llego...

Esa noche no duermo,

esperándola...

Hoy amanecí pensandote.

Suenan las piedras
en la ventana de mi recuerdo,
días de aroma verde y naranja,
de sabores de seda en la punta de mi lengua,
de tardes de añil encendido,
de universo flameado,
de pecado concebido y dulce.

Me siguen llamando tus voces desde el monte,
desde el medio día de tus edades,
rocío de madrugada agonizante,
desde tus manos libres,
de obrera,
de mujer convencida de ella,
de renuncia al velo y el claustro.

Un año y solo dejaste
una espina de siglos clavada en mis sienes,
mis capilares ya la adoptaron,
vive, respira, palpita.

Llovizna imperceptible
que empapas mis dedos,
mis dedos... a veces
te buscan,
o quizá buscan la juventud que bebimos
en ese vaso que hizo nido perpetuo,
en la cabecera de mi almohada.

Objetivos específicos (Método para alcanzarte)



1. Cincelar mi voz en tus oídos.
2. Prender fuego al témpano de tu olvido.
3. Quemar mis barcos en tu costa.
4. Pintar mi nombre en la pared de tus sueños.
5. Tatuar nuestras iniciales en un árbol petrificado.
6. Maniatar mi desesperación para parecer sereno.

Si todo lo anterior falla:

Tomar mi avión de kamikase y estrellarme en un resquicio de tu alma.

domingo, 22 de marzo de 2015

CANCIÓN A LA CARAOTA

Noche encapsulada y dulce,
aliento de millones de infancias 
enfermas de olvido de piernitas corriendo,
de risitas lanzadas al viento.

Manjar de ébano,
tu perfume llenó mis días,
tus bendiciones llenaron mis arterias,
mi pulso te recuerda,
te anhela,
te espera cada medio día.

Bebí de tu piel morenala
cascada de vida cotidiana
y te busco aún hoy,
con afán y desespero de enamorado
en cada olla de cada cocina.

Fuiste amor y entrega,
crema negra del cuidado,
el verso diario de mi vieja negra
que diariamente te entregaba a mi
en negro plato.

¿Quién dijo que un corazón negro es malo?
amor negro,
como tu cuerpo,
como solo amamos los negros.

martes, 17 de marzo de 2015

Dos minutos.


Una historia termina en la lágrima,
una lágrima da los inicios en un beso,
huye el niño de la mano y la angustia,
dos siglos pesan las cuatro piernas,
la ballena lleva un cardumen somnoliento.


Tres planetas giran
en los brazos del sol malabarista,
la manada de centauros brama,
un maniquí con silbato
tiene poder invisible en sus manos,
la fiesta del viernes comienza a mi lado.

La cuenta regresiva para despegar,
a la galaxia de la próxima esquina.

Caracas,
dos minutos
un semáforo.

Oración pidiendo santidad


Dame un sorbo de tu voz,
que mis oídos no mueran de sed,
hoy espanto las moscas
que pretenden mi cadáver,
que solo espera inerte tu llamado,
cual Lázaro,
haz el milagro,
tu aliento,
traeme de vuelta
a la paz incandescente del infierno
que habita en los pétalos de tus manos.


Decreta el fin del invierno de mis huesos,
quema las hojas de todos mis evangelios,
escribe un Génesis de aguacero
y ahoga los tres clavos de mi cruz.

Conságrame a tu sacerdocio.

Santificame.

martes, 10 de marzo de 2015

Amenaza

Que le de comida a mi hermano hambriento,
te ofende.

Que cure las heridas de la historia,
te mancilla.

Que no conozca fronteras para el abrazo y la canción,
te amenaza.

Que insista en ser libre,
es una bofetada en tu mejilla de imperio envejecido.

Que te recuerde que mis espadas descalzas salieron de mi tierra para liberar a los cautivos,
te preocupa.

Que encierre a las hienas y los chacales,
te perturba.

Pobre hijo blanco de padres negros,
pobre corazón blanco de piel negra,
ve en tus manos las cuerdas de Wall Street.

Lo único que tienes es un cetro inútil
y unas ganas inmensas de torcerme el brazo.

Remember Vietnam.

lunes, 9 de marzo de 2015

Gracias Corpoelec

El apagón de esta noche
me encontró conmigo,
me dejo a solas conmigo,
hablando conmigo.

Hacia tanto tiempo
no me reconocí,
tengo canas y arrugas bajo los ojos,
tengo palabras mas sabias,
tengo una colección aumentada de errores empolvados.

El vórtice de la vida,
de esta vida de concreto y electrón,
de gasolina y plástico,
atrapa y te alejas de ti,
de tu propia piel,
de tus propios huesos
hasta que un apagón te sorprende sobre tu cama
y el calor no se miitiga,
y se apagan las pantallas
y se callan los altavoces.
y ya nada es artificio,
solo la natural soledad.

Cuanta falta nos hace un apagón recurrente,
una luz de vela moribunda,
una oscuridad de ojos abiertos,
para visitarnos a nosotros mismos.

jueves, 5 de marzo de 2015

5 de marzo por la tarde

Llovizna
de tarde fría,
cómo esta ciudad y su concreto,
esta ciudad y sus árboles te recuerdan,
y escuchan tu voz retumbante de llano paseando el valle,
sube la montaña y sigue al horizonte.

Llovizna
y estás sentado en la utopía,
en la historia hecha gente,
en el caminar del viento y la nube.

Llovizna
para contar las horas antes de la salva
mi sueño se sienta contigo,
para beber del cause del río indómito,
y hacer mi voluntad más tu.

Llovizna,
para refrescar las manos,
regar la semilla
y seguir la brega.

martes, 3 de marzo de 2015

MESUCA (27 DE FEBRERO DE 1989)

Metal contra metal,
estalló la bala en el poste
a diez centímetros de mi cabeza,
la esquirla que se desprendió del cañón que decía defenderme,
del gatillo halado por la ignorancia camuflada,
de los dedos de barrio,
que hasta ayer jugaban metras en el polvo,
y ahora obedece ordenes de un ser sin rostro.

Me toca saltar sobre la infancia cortada,
sobre el llorón del juego de pelota,
sobre el que ganaba en la perinola,
sobre el proyecto de casanova truncado.

Corro escalera abajo,
huyendo de los zancudos de acero que zumban en mi oído,
esquivando la hoz con mis piernas de quince años,
envalentonado por el miedo que me hierve en la sangre,
por primera vez me presentaron a la muerte,
sentí su húmeda mano sobre mi espalda desnuda.

A veces me despierto,
saltando los escalones de sienes regadas,
escuchando las respiraciones detenidas,
recordando el vidrio de los ojos adolescentes...

Gritandome.

Cuando claudico,
Cuando dudo,
me visitan sus espectros,
sus huesos sin nombre,
habitantes de la Peste
para recordarme la razón de la lucha.

Decisiones.


A veces,
la vida llega con puntualidad tropical,
con huracán y sequía,
con selva y desierto helado de media noche,
y una luna del tamaño de las ganas.


A veces,
un pan seco es un manjar de dioses
y la opulencia de la mesa es mendrugo
de pordioseros.

A veces,
un si, es una negativa a gritos,
un meneo frenético de cabeza,
un deseo inmenso de huir
y un par de piernas fosilizadas.

A veces,
uno no sabe que hacer
y simplemente...
                               
                                Lo hace.