lunes, 18 de febrero de 2013

NO PONDRÉ LA OTRA MEJILLA




No pondré la otra mejilla,
porque sigo al Cristo indignado y justo,
no a ese al que augusto,
lo pintan en una iglesia,
creo en el que sabe a pueblo,
no colgado en una cruz,
creo en aquel  Jesús,
que reía en Caná,
y daba alegría al pobre,
sanando su piel y su esperanza.

No pondré la otra mejilla
porque aún hay mucho por hacer,
porque aún un monstruo cruel,
se alimenta del sudor del campo,
porque todavía escucho el llanto
de los muertos por las balas,
porque nos cortaron las alas
antes de emprender el rumbo
y nos hicieron vagabundos,
en nuestra propia tierra,
porque la pelea  en  la sierra
aun sigue vigente,
porque no hay que creer en gente,
que nos dice ¡ya llegamos!,
Porque todavía lloramos,
a los que duermen en la peste,
porque aún hierven aceite,
para borrar los que soñaron,
porque a muchos engañaron
con la traición de la reforma,
porque no es solo con la norma,
la dignidad no se decreta,
porque en una esquina secreta
el leviatán aún espera,
para dar mordida certera,
indolora, con morfina,
porque aún la ropa fina,  
me llama desde la vidriera,
porque los pueblos de allá afuera,
nos ruegan, "¡no se rindan!"
Porque nuestros muertos silban,
pidiendo que despertemos,
porque aún no podemos
soltar ni plumas ni fusiles,
porque aún a mujeres miles,
las asesinan sus amores,
porque aún no nacen flores
en una tierra alcalina,
porque la tristeza aun fulmina
una sonrisa de cinco años,
porque los mártires de antaño
nos reclaman militancia,
porque por nuestra arrogancia
aún la anciana trabaja,
porque todavía esta clavada
en la conciencia una espada,
porque el obrero lleva en su espalda
la pesada carga de la historia
porque no puedo gritar victoria
si la inocencia duerme en la calle
porque miles tienen hambre
de pan, justicia y vergüenza,
porque no puede ser que venza
la moneda a la alegría,
porque esta mente mía
no acomoda el pensamiento,
de no hacer ni un intento
de alcanzar el terreno cielo,
de no poder alzar el vuelo
a la tierra prometida.


No pondré la otra mejilla
porque quiero obedecerte,
para desde este fuego interno
que algunos llaman rabia
no nacido del odio,
sino del amor que me enseñaste,
levantar mi voz y empuñar las armas de mi conciencia,
porque para poder cumplir
con tu encomienda de hechos,
y luchar contra el Goliat que nos humilla,
te digo agradecido, resuelto y arrecho
¡No pondré la otra mejilla!

miércoles, 6 de febrero de 2013

CANTO TOSCO PARA ZENAIDA (A la madre del camarada Noel Rodríguez)



Tus ojos... cristalinos,
ven más allá de la niebla que los empaña,
más allá del pasado,
más allá de los odios, de las venganzas...
¡rezas por aquellos que si sabían lo que hacían!
Abrazas con tu alma,
el perdido fruto de tu vientre,
escuchas vítores, consignas,
y entre tantas voces y palmas...
un murmullo...
de pájaros,
de risas de un guaricho en el patio,
de una despedida inconclusa,
de cantos ahogados en una celda sórdida,
que no pudo callar la dignidad de su preso,
y el silencio...
de cuarenta vueltas al sol,
de cuarenta cenas frente a un plato huérfano,
de cuarenta velas sin encender.
Te cuelgan las medallas,
te alimentan de ternura,
y entre miles de caras,
lo ves esa mañana,
cuando tus ojos claros lo miraron alejarse,
cuando te lo arrancaron de un tajo inclemente,
cuando hizo lo que la historia demandaba!
Madre vieja, luchadora,
¿cómo claudico cuando veo tu mano alzada?
¡cuándo tu voz grita en el silencio de las canas!
Madre vieja, luchadora,
tu, sin decir palabra,
me enseñaste dos lecciones,
con tus ojos patrios,
con tu piel ajada,
dos verdades para asirse;
¡QUE LA LUCHA ESTÁ VIVA
Y PROHIBIDO ES RENDIRSE!