miércoles, 29 de abril de 2015

Mirada umbilical (cuando solo veo mi ombligo)

Hay una ciudad que arde bajo la rabia de siglos
en la tierra del sueño de cartón,
mil años de escombros caen sobre el techo de mundo,
cuatrocientos más se ahogaron,
huyendo de la libertad construida con bombardeos,
siguen cayendo como hojas los condenados del ébola,
el invento del norte lleva dos mil decapitados en el desierto,
mil guerras regadas por la tierra que riegan de muerte a mil pueblos,
las casas sucumben ante la lluvia de cenizas ancestrales,
los delincuentes secuestran policías,
la muerte y la violencia se hacen negocio,
a dos calles hay un cadáver,
mis primos trafican leche
el carajito de mi vecina tiene hambre.


... Y yo digo:
                        ¡QUE CALOR!

Madrugada de la periferia.

Otra vez son las cuatro,
la sinfonía de los grillos está en el último movimiento,
en medio del vapor de mi cuarto,
solo se escucha el son de las aspas del abanico viejo,
que no se cansa, en su ciclo interminable,
tiene mil heridas de guerra
y viajó hasta la luna en su frenesí.


Otra vez son las cuatro
y mis labios me dicen; "solo un minuto más"
el televisor mudo, me observa desde las diez,
y busco en mi archivo de excusas
una que valga la pena.

Otra vez son las cuatro,
un coro de pájaros negros me espera,
la plaza, el café caliente
y treinta y un desconocidos,
para la caravana sonámbula.

Otra vez son las cuatro,
qué más...
escribiré otra impertinencia.

martes, 28 de abril de 2015

Cobardía

Tengo las manos roncas
...disfonicas,
de tanto escribirte a gritos,
mis dedos miopes te buscan en la bruma,
entero te pertenezco y no lo sabes,
me he declarado en cada mango que cae tras la pedrada infantil,
en los alaridos de mis ojos,
perturbando la oscuridad de cada noche,
en mis peleas con el hermano tierno de la muerte.

Si solo no me convirtieras en fósil,
si fuera inmune a tu veneno de viuda negra,
si no me paralizara.


... Si no me paralizara.

lunes, 27 de abril de 2015

Acción de Gracias (no te sanas hasta que perdonas)


Gracias por tu ausencia,
por mantenerte cerca e intangible,
por las horas de ruina del sueño,
por el telúrico recuerdo navegante de mis sesos.

Gracias por la mortaja de moda,
por el ataúd de madera fina,
gracias por el mármol,
por las flores.

Gracias por tu despedida inconclusa,
por tu mecha eternamente humeante,
por tus manos inexistentes sobre mis hombros,
por estar tan presente.
Gracias por ser la madre de mis versos mas tristes,
por esta noche, sus pesadillas y fantasmas.

Estoy vivo.

Escrito sin reflexión.

Cuán difícil es huir del cuerpo que persigues,
sabes que al alcanzarlo, vas a morir un poquito,
sin embargo, tiendes emboscadas a su camino,
siembras trampas y pones sebo,
con esperanza de que no caiga,
pues sabes...
si alcanzas ese hálito,
te va a robar el alma,
engullirá tus vísceras,
someterá tu voluntad
y te hará, un feliz desahuciado,
un moribundo sonriente,
te entregará de premio,
el cincel para tu lápida
y te declarará invitado de honor
de tu propio sepelio.

El hermoso horror del amor equivocado.

domingo, 19 de abril de 2015

Fueguito nuestro (A Galeano, quien no se ha ido)

Quizá es por ti,
que el mate, hoy es mas amargo,
la palabra, más triste
y la utopía, se vé, un poquito más distante.

Hoy... Es día
de parar la caminata al horizonte,
solo un instante,
para tragar la saliva seca,
beber un sorbo de tu vida
y llorar en silencio, la mentira de tu muerte.

Hasta luego,
fueguito nómada y nuestro.

miércoles, 15 de abril de 2015

Renuncia al miedo

Y fue así...

Que se abrazó al espíritu cataléptico de sus sueños,
decidió navegar a contra corriente con fuerza de salmón,
se puso ese vestido sin estrenar que llaman coraje,
tomó tres canciones, un libro y su hijo.

... Y lo dejó  con su violencia moribunda, 

rumiando su pan seco de soledad.

lunes, 6 de abril de 2015

De la mentira II


Cuán estúpida es la mentira,
Cuando te la recitas frente al espejo,
Rasgando tu imagen con las uñas,
Convenciéndote...


Cuando te pones espejuelos gruesos
para evitar ver la cachetada que te atesta la vida,
creer que solo fue la brisa fuerte del huracán.

Cuando sabes, como niño,
que debajo del calcetín se esconde la mano
y, sin embargo,
te dejas embargar por tu propia fantasía.

Cuando pasas por alto los grumos de la arena cruda
y te la imaginas aterciopelada
bajando por tu garganta enferma.

Que estúpida es la mentira,
cuando por escapar,
te mueves más y más te hundes
en tu ciénaga, en tu fango,
haciendo con tus pies tu propia sepultura.