sábado, 10 de mayo de 2014

LA TRISTE TROVA DEL BUHONERO

Desempolvan los bikinis,
llegó agosto,
días de sol y arena,
en la acera, las estaciones,
se suceden con pericia de calendario maya.

Salen los cuadernos,
no se de donde,
con trucos de mago anuncian
que el colegio apertura pronto,
voceado por sus niños
hace rato exiliados del pupitre.

Se alimentan bajo la mesa,
del sudor enlatado,
mientras venden las flores del día de los muertos
en combo con los antifaces
del nuevo coloniaje de las brujas.

Son sucursales pequeñitas del mercado,
el eslabón final de la cadena,
ofrecen los pantalones del estreno,
los carritos y muñecas
del diciembre de la tosca y rica multitud.

Resaca de enero,
repliegue para el nuevo ataque,
ya están emergiendo delanada
las caretas y disfraces,
de un carnaval soleado y ajeno,
bajo la mesa,
juegan al escondido,
a las metras
…y a los besos.

Viene el incienso, la cruz,
la palita y el tobo para el puente,
hace rato que invocan a los santos,
para que no les llueva en la venta.

De repente,
los vasos de vidrio,
las ollas de lata,
los elefantes de cerámica,
con el canto solapado de
"Llévale algo a tu madre,
para que yo pueda alimentar a la mía".

Entre meses y eras,
llaman a la lluvia con paraguas,
y se escuchan insesantes
los nuevos himnos, preludios del sexo.
Las chozas se hacen castillos
y se construyen las familias del interés.

Defender la República Federal de La Acera,
es la consigna y el deber,
mientras cuelgan las corbatas que tendrán
un sueño eterno en la caja de regalos.

Otra vez emergen casitas y camiones,
para alegrar dos segundos a la malcriadez,
y debajo de la mesa,
el mundo sigue,
su mundo sigue.

Son cosas de ese país extraño de la calle,
al que entramos sin visa,
por un segundo,
solo para intercambiar la sangre robada,
donde la ley del fuerte impera,
donde hace rato no se sueña,
y se abolió la niñez por decreto.

viernes, 9 de mayo de 2014

PERIJÁ LLORA A LA ORILLA DEL RÍO

Chorros de tinta sobre un papel,
adorno de bolsillos y axilas,
vana palabrería y derroche malsano del árbol
al que le arrancaron la vida para imprimirle letras muertas.

A la orilla del Padre río, se nos fue Miriam,
una bala llena de la peste de la colonia,
una bala de 500 años, silente, la arrebató de un tajo,
nuevamente sin pompa, sin adornos, sin días de luto,
es que hace rato la habíamos matado en nuestro discurso borracho,
en nuestra Academia, en nuestro derecho de autor,
en nuestra falta de acción.

Otra vez viraremos los ojos a la sierra,
para enterrar con la charara y el mea culpa
al asesinato de la tierra y sus hijos.

Eso rueda por nuestra conciencia,
y nos da como una cosquilla extraña,
mi abuela negra, decía,
que eso se llama remordimiento,
y que solo se cura cuando pongo en acción la palabra.

¡Que vaina tan jodida morir de pobre!

viernes, 2 de mayo de 2014

DERECHO AL PESIMISMO


Hay verdades que a la verdad,
duelen más que un clavo en la sien,
prefacios más largos que el cuento,
partidas más largas que el viaje.

Hay mundos insondables y pululantes,
donde habita una espesa soledad en la multitud,
segundos llenos de una eternidad torturante
y abismos en la cumbre empinada.

Los comunes lugares donde decimos vivir,
la incongruencia entre nuestros discursos y nuestros haceres.
Será que necesitamos engañarnos un día más,
un milímetro más,
para alcanzar la carreta que nos dejó ayer.

Para algunos, el pesimismo es un don oscuro,
para otros, una necesidad soñada en el cuerpo del adversario,
para mi, un mal propio, imprescindible y crónico,
que se alivia soñando otra vez...
Otra vez.