miércoles, 25 de marzo de 2015

Hoy amanecí pensandote.

Suenan las piedras
en la ventana de mi recuerdo,
días de aroma verde y naranja,
de sabores de seda en la punta de mi lengua,
de tardes de añil encendido,
de universo flameado,
de pecado concebido y dulce.

Me siguen llamando tus voces desde el monte,
desde el medio día de tus edades,
rocío de madrugada agonizante,
desde tus manos libres,
de obrera,
de mujer convencida de ella,
de renuncia al velo y el claustro.

Un año y solo dejaste
una espina de siglos clavada en mis sienes,
mis capilares ya la adoptaron,
vive, respira, palpita.

Llovizna imperceptible
que empapas mis dedos,
mis dedos... a veces
te buscan,
o quizá buscan la juventud que bebimos
en ese vaso que hizo nido perpetuo,
en la cabecera de mi almohada.

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