jueves, 17 de enero de 2013

CIUDAD DORMITORIO (amanecí con ganas de quejarme)

Treinta y cinco soledades para repartir por la ciudad hambrienta.
Kilómetros de ebano ardiente bajo los pies oscuros.
Vida robada a la vida,
sueños entregados a la rutina radical,
piezas de la maquinaria sistemica,
La mancha verde y gris espera... paciente... somnolienta,
con las fauces prestas a tragarse el paso de nuestro sol,
condenados, condenadas,
a no ver la luz sobre las mejillas
de nuestra semilla gérminada,
Días robados a la vida.

Orgullo estúpido del que entrega su oficio,
al leviatan escondido tras la propaganda,
mercaderes de fuerza,
mendigos de almas.

Y las treinta y cinco soledades regresarán,
regadas, en la penumbra,
acompañados por la luna, el hambre
y las risas de quien no se percata,
que le acaban de robar otro día de su vida.
¡Que felices creen ser los que ignoran!
¡Casi siempre... los envidio!

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