Ser sujeto de tu oración,
la acción de tu verbo
y todas la sílabas de tu predicado.
Cautivo.(II)
Y mi lengua se enredó con alegría,
en ese rizo de tu pubis,
el que se salvó de la tala indiscriminada.
-Nunca hubo un cautivo más sonriente-
Siempre pasa.(III)
Hoy no quiero escribirte y te escribo,
ni pensarte y te pienso,
ni maldecirte, ni bendecirte.
Hoy no quiero quererte y te quiero.
Gajes del oficio.
Me encanta
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