miércoles, 12 de agosto de 2015

Confesión de un delincuente palestino

Al principio 
pensé que era la mano tibia de mi madre,
acompañándome en mi respiro nocturno,
sentí un calor que se iba acercando,
con pasos de duende,
me despertó el grito y el lamento
taladrando mis oídos recientes,
el humo fue el primero en llegar,
para tomar posada en mis pulmones minúsculos,
detrás, ya el crepitar de la casa
anunciaba la fanfarria del fuego 
mordisqueando las esquinas, el techo, mi cuna,
y la vi, convertida en brazas, 
era la muerte saludándome, 
queriéndome, deseándome,
invitándome al olvido del sepulcro,
papá llegó muy tarde, 
ya era una antorcha,
pude ver sus lágrimas evaporadas,
no fue suficiente su cuerpo ardiente,
el músculo de la llama era más potente,
mi última visión fue mi casa en ruinas 
y el gemido de mi familia incinerada.

El grito de odio en mi pared arrasada:
¡Venganza! ¡Larga vida al Mesías!

Nombre: Alí Saad

Edad: 18 meses.

Delito: Nacer de un vientre Palestino.



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