martes, 21 de julio de 2015

RECUERDOS

La casa de mi abuelo,
tenia los ladrillos desnudos
y la lluvia tocaba en tu techo
la más hermosa canción de cuna,
la selva por detrás,
era la puerta a la alegría del barro,
el alimento de las tarde de gritos, risa
y hermanos.

Era una casa de terquedad,
monumento a los días de patadas militares
y noches de renacimiento,
vestigio de la familia de la tristeza,
profecía de la era del coraje.

Un día la casa de mi abuelo
quedó atrás,
escalera abajo,
su patio se fue conmigo,
y la caricia de ese viejo
se me incrustó como tinta bajo la piel.

Yo,
aún vivo allí,
cuando renace la ternura
imprescindible
en la hora de la angustia.

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