martes, 3 de febrero de 2015

POR INSTINTO

Maniatado llegué al umbral de tu puerta,
amordazado, lamí la esquina de tu cama destendida,
vendado, olí el sudor de tus sueños recientes,
y aun sordo,
escuché la última nota de tus caricias.

Ya no estabas.

...aún tus huellas están frescas en el hollín de esta ciudad.

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