Yo,
Mayor de edad y de este domicilio,
instruyo, en ausencia evidente de mis facultades mentales
(las cuales entregué si uso y en buenas condiciones),
que los azules de todos los cielos vistos por mis ojos miopes,
deben ser entregados si dilación alguna en tus manos,
con el fin de que sean bebidos e incorporados a tu ser.
Permitome encargar a mis albaceas
(dos cocuyos con defectos de fabrica),
sean transferidos a tu cuenta los cinco litros de sangre que pasean por mis capilares.
Declaro día de festejo nacional,
con izado de la bandera alegre,
la fecha y hora de tu caricia,
y que en ese sitio se erija un monumento
al beso permanente.
Decreto te sean concedidos honores de Estado
por cada vello que habita mi cuerpo
y que cada célula presente o futura,
sea ciudadana de la patria que lleva tu nombre.
Cumuniquese y publiquese.
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