Tu voz de tambor ardiente,
resuena en el Cumbe perdido,
en el cacao y el sol de playa desnuda,
en los dioses mimetizados de tu tierra madre,
en tus cabellos crespos nevados,
en la piel que no se arruga,
en tu lucha que no descansa después de tu último aliento.
Ah ma LAYA! Cuanta falta le haces a la brega!
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