miércoles, 29 de abril de 2015

Madrugada de la periferia.

Otra vez son las cuatro,
la sinfonía de los grillos está en el último movimiento,
en medio del vapor de mi cuarto,
solo se escucha el son de las aspas del abanico viejo,
que no se cansa, en su ciclo interminable,
tiene mil heridas de guerra
y viajó hasta la luna en su frenesí.


Otra vez son las cuatro
y mis labios me dicen; "solo un minuto más"
el televisor mudo, me observa desde las diez,
y busco en mi archivo de excusas
una que valga la pena.

Otra vez son las cuatro,
un coro de pájaros negros me espera,
la plaza, el café caliente
y treinta y un desconocidos,
para la caravana sonámbula.

Otra vez son las cuatro,
qué más...
escribiré otra impertinencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario