Tu caricia intangible
a penetrado mi encéfalo,
hasta lo profundo,
como mancha de ropa de infante.
Tu rumor de beso de sombra y cuerpo desnudo,
pasea cual gata en celo, el tejado de mi ser,
sobre mi epidermis, tu piel inexistente,
sudo a través de tus poros ausentes,
perfumo cada mañana tus vellos erguidos,
huyendo del frío de madrugada imaginaria.
No recuerdo donde termino yo y comienzas tu,
en este finito encuentro,
de mi deseo y tu huida perpetua.
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