Imprudente,
como siempre he sido,
me deslicé por debajo de tus miedos,
rozando con la punta de mis dedos tu vestido,
frontera inexpugnable y desafiante.
Imprudente,
me dejé llevar como domado,
por el lazo poderoso de tus brazos
acercándome a tu sonrisa en la penumbra.
Imprudente,
cerré mis oídos a cualquier sonido,
que no fuera el de tu respiración
profunda y tambaleante.
Imprudente,
abrí mis ojos para verte...
Y desperté.
Imprudente,
me dejé llevar como domado,
por el lazo poderoso de tus brazos
acercándome a tu sonrisa en la penumbra.
Imprudente,
cerré mis oídos a cualquier sonido,
que no fuera el de tu respiración
profunda y tambaleante.
Imprudente,
abrí mis ojos para verte...
Y desperté.
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