domingo, 26 de octubre de 2014

ÉBOLA

La edad media los visita,
con su castigo pontificio, 
su infierno terrestre,
su cara de occidente,
lacerando la piel oscura de los inicios,
sacando el aire de los pulmones al sur del Sahara,
arrancando las almas como bagazo de una fruta podrida.

Tiene ojos de dólar y avaricia,
sus manos enguantadas traspasan el látex,
busca entre los muertos el cristal de la codicia,
su corazón es más duro que el diamante que anhela
y otras manos se frotan en el norte,
calculando la ganancia del terror,
patentando el derecho a la vida.
Las sillas azules,
los discursos,
cámaras,
alfombra roja,
la tramoya y el escenario de los falsos actores,
siguen el guion de sus dueños.
Solo una minúscula y bloqueada,
una insignificante,
se atreve a pisar el mismo fango de los condenados.

Los demás... 
solo temblamos a la espera
y cerramos la puerta.

Rogando al mismo Dios sordo del feudo.

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