martes, 1 de septiembre de 2015

NORMALIDAD.


Hay tardes que te llegan como bofetada,
que caen cual aguacero a los perros,
donde no sabes y prefieres no saber.

Contratar un par de mercenarios,
para lavar los trastos sucios que
duermen en el fregadero,
es , quizá,
la mejor inversión de un día extraño.

Llamar a la noche,
lamer las esquinas del azaroso
sol de una eterna hora,
puede llegar a ser el milagro más esperado
y como milagro al fin,
fábula de sacerdotes trasnochados.

Un café podría sanar algunas úlceras,
pero ni eso llega a este rincón de la urbe,
esperaré llegar a la cama que me espera,
para no dormir otra vez.

Estoy bien.

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