lunes, 15 de junio de 2015

Burdel

La canción rayada de la rocola
huele a tu aliento en mi cuello
a tu olvido mercantil,
a pasado perenne,
a esa espesa madrugada donde aún te busco,
allí, donde se quedaron mis latidos,
a tu colchón de quince minutos,
a esta mesa manca sin tu vaso,
a esta mano mía sin la tuya.

Tuviste que ser un invento de mi orfandad,
de mi soledad en fiebre,
pero no...
tu voz es la gubia que aún talla mi recuerdo.

Yo solo fui en tus oídos,
una promesa más,
otro cosificador.

Hoy no estás
y me visita la inservible culpa.

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